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La Convención de Thorns
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La Convención de Thorns
La Convención de Thorns
Fin del Movimiento Anarquista
Fin del Movimiento Anarquista
Conforme la carnicería se fue extendiendo, más y más antiguos comenzaron a compartir su punto de vista. Cuando los neonatos Lasombra se rebelaron contra sus sires en 1446, los antiguos de la mayoría de los clanes europeos accedieron a cooperar de forma limitada. Acordaron compartir recursos e información, así como ceder a sus chiquillos leales para formar cuadrillas mestizas capaces de atacar las fortalezas anarquistas y Assamitas.
Pero hasta el año 1486, los principales clanes europeos enviaron a un representante a una reunión formal en Viena. Allí se acordó la creación de un grupo llamado “Camarilla” que uniría a todos los clanes Cainitas para oponerse a la rebelión y aplastar el movimiento anarquista para siempre. Para conseguir este objetivo, cada uno de los clanes contribuiría con un representante en el Círculo Interior, organización que establecería la política general de la secta.
La fundación de la Camarilla representó el principio del fin de los anarquistas. Día a día, su número se vio reducido por una Inquisición que tenía a su disposición una información demasiado detallada de sus fortalezas. Noche tras noche, su número se vio reducido por una Camarilla que parecía tener agentes en todas partes.
Finalmente, el año 1493, los líderes anarquistas se reunieron con los representantes de la Camarilla en la Abadía de la Corona Sagrada cerca del pequeño pueblo de Thorns. Allí los fundadores de la Camarilla propusieron lo que se conoce como la Convención de Thorns. Este tratado proponía que los anarquistas ingresaran en la Camarilla, volviéndose a poner bajo el poder de los antiguos de sus clanes específicos y de los príncipes de las ciudades. Les ofrecía protección de las represalias por todos los crímenes cometidos contra los antiguos durante la revolución. También prohibía a los Assamitas la práctica de su diablerie ritual sobre miembros de la Camarilla, un decreto que debía ser reforzado de forma mágica.
La convención estuvo más cerca de una rendición que de un acuerdo de paz, ya que otorgaba a los anarquistas la oportunidad de volver a la misma situación en que se encontraban hace un siglo. Los anarquistas reaccionaron ante la oferta según la afiliación de su clan, aunque hubo algunos miembros que siguieron los designios de su corazón. En general, los Brujah fueron los mayores defensores de la convención, ya que como clan había sido el que más había sufrido durante la revuelta, y por lo tanto sentían que eran los que más tenían a ganar poniendo punto y final al fracaso lo antes posible. Fueron los primeros que aceptaron la convención, exigiendo tan sólo incrementar el período de tiempo en que los antiguos no podrían acusar a sus antiguos enemigos.
Los Assamitas, que habían sufrido en gran medida durante la revuelta, renunciaron a la oferta de unirse a la Camarilla citando determinadas obligaciones espirituales. Los Fundadores, para incrementar su grado de cooperación, revelaron que tenían cautivos a seis antiguos Assamitas que habían sido capturados durante la revuelta, asegurándoles que sus antiguos sufrirían la Muerte Definitiva de la peor manera imaginable si no se mostraban de acuerdo con la convención. Para demostrar su sinceridad, torturaron a uno de los antiguos hasta la muerte. El representante Assamita se encogió de hombros y declaró que aunque la muerte de sus antiguos sería un hecho lamentable, no cambiaría los hechos, por lo que se ofreció pagar un importante rescate por ellos, pero no a firmar el destronamiento de su clan. Los Fundadores, sabiendo que no podrían conseguir más de ellos, accedieron a que los Assamitas no formaran parte de la Camarilla y aceptaron el rescate por el resto de los antiguos. Sin embargo, la prohibición de la diablerie permanecería, y para asegurar su cumplimiento, los Tremere maldijeron a los Assamitas para que la sangre de otros Cainitas fuera veneno para su organismo. Los Assamitas abandonaron Thorns derrotados, pero con su soberanía intacta.
Aunque un gran número de anarquistas llegó a la conclusión de que no tenían otra opción que aceptar la convención, algunos de ellos, en especial los anarquistas Lasombra y Tzimisce, no lo creyeron así. Tras leer el primer borrador de la convención, el líder de la delegación Lasombra se levantó y afirmó: “Vine a negociar, no a rendirme. Nuestros compañeros sufrieron la Muerte Definitiva para que pudiéramos ser libres y no luchamos durante 50 años para entregar nuestros logros a manos de una serie de antiguos decrépitos. Declaramos la guerra eterna sobre la Camarilla y los antiguos para los que fue creada. Sea la Muerte Definitiva para todos vosotros”. Acto seguido, tanto él como el resto de los Lasombra abandonaron la convención seguidos por un reducido grupo de Cainitas de otros clanes.
Al final, los representantes de los Brujah, los Assamitas y del resto de los clanes de la Camarilla firmaron la Convención de Thorns. De hecho, los representantes de los Brujah la firmaron dos veces, ya que había representantes del clan a ambos lados de la mesa. A lo largo de medio siglo, se reunieron en la oscuridad y crearon su propia burla de la Camarilla, el odiado Sabbat.
A pesar de todo lo que pueda decirse sobre la Convención de Thorns, trajo un necesario período de descanso a todos los Vástagos europeos. La matanza de Vástagos había sido la peor desde el inicio de los tiempos. Según las estimaciones, un gran número de los Vástagos activos en 1381 había hallado su Muerte Definitiva antes de 1493, año de la firma del acuerdo. La Camarilla aprovechó este hecho para asegurarse de que sólo los antiguos de confianza pudieran engendrar neonatos. Los antiguos anarquistas, aunque fueron aceptados en la secta, no obtuvieron este permiso. A lo largo de los siguientes siglos, los pocos defensores existentes del Movimiento Anarquista permanecieron en silencio, por lo que la Camarilla se convenció de que la amenaza anarquista había sido exterminada para siempre.
A primera vista, la Revuelta Anarquista había sido un desastre total. Tras más de un siglo de amarga lucha y de las muertes de incontables Cainitas, los anarquistas regresaron al status quo sin ver cumplidas ni una sola de sus demandas. La Jus Noctis todavía estaba vigente y los neonatos carecían de voz en los asuntos de la Camarilla. Para muchos de los anarquistas que regresaban a sus refugios, parecía como si el horrible gasto de vidas no hubiera servido para nada.
Sin embargo, esto no fue así. La Revuelta Anarquista tuvo un gran impacto en las relaciones entre todos los Vástagos, un impacto que todavía sentimos en la actualidad. La primera consecuencia fue la creación de la Camarilla, así como la de su oscura sombra, el Sabbat. Hasta la revuelta, los antiguos de los Condenados carecían de motivos para abandonar su independencia, pero la revuelta los aterrorizó hasta el punto de verse obligados a unirse para obtener protección mutua. De forma similar, el Sabbat se formó por la unión de muchos de los anarquistas, especialmente Lasombra y Tzimisce, que se sintieron traicionados en la Convención de Thorns.
Aunque tanto la formación de la Camarilla como del Sabbat fueron unas consecuencias críticas de la Revuelta Anarquista, no constituyeron las más importantes. El resultado más crucial fueron las lecciones que tanto los antiguos como los neonatos habían aprendido. Los antiguos aprendieron la más obvia: la lección del miedo. Después de todo, un puñado de Cainitas relativamente jóvenes había destruido a los Antediluvianos Lasombra y Tzimisce. Ningún antiguo que sobreviviera a la revuelta, o que oyera hablar de ella, volvería a ser capaz de descansar completamente en su sueño. Antes de la revuelta, la mayoría de los antiguos actuaban bajo la asunción de que el dominio sobre su progenie era absoluto y que sus chiquillos no eran más que juguetes para su disfrute. Tras ella, no existía ningún antiguo capaz de asumir que sus chiquillos obedecerían sus órdenes sin cuestionarlas. Cada una de sus peticiones quedaría templada por el miedo de que ésta pudiera ser la chispa que hiciera estallar la siguiente revuelta.
Pero lo más desafortunado es que este miedo no era necesario. La Camarilla cometió la que pudo ser la peor metedura de pata de su larga historia en la Convención de Thorns. Si sus negociadores hubieran estado menos preocupados por su propia vanidad y por dejar claro a los anarquistas que eran el bando derrotado, se habrían librado de una eternidad de dolor. Si la Camarilla hubiera estado dispuesta a tomar este paso, a compartir una brizna de poder con los anarquistas, el Movimiento Anarquista no sólo se habría acabado, sino que el Sabbat nunca habría visto la luz. La mayoría de los anarquistas habrían estado de acuerdo con la consecución de ciertas metas y con la oportunidad que se les brindaba para unirse a la Camarilla y luchar por el resto. En vez de eso, dictando los términos en vez de negociarlos, la Camarilla endureció la resolución de los anarquistas, convirtiendo en un problema de tiempo el estallido de la siguiente revuelta.
Pero la lección más importante que los anarquistas aprendieron de la revuelta no era que los antiguos no eran unos seres intocables. La lección más importante que aprendieron fue que el mito de la relación entre antiguo y neonato es sólo eso, un mito. Los filósofos anarquistas creían que todo Vástago, sin importar su generación, era una entidad independiente con voluntad propia, a la que se referían como libertas. Otras entidades intentarían suprimir la libertas, pero todo Vástago tenía el derecho y la responsabilidad de luchar por ella y por la consecución de una sociedad vampírica en la que todo Cainita tuviera el derecho a expresar su propia libertas de la forma más conveniente. Esta visión de una sociedad igualitaria representa el verdadero legado de la Revuelta Anarquista.
La Convención de Thorns
Muchos años han pasado desde el inicio de nuestro actual conflicto, conocido ahora como el Movimiento Anarquista. Sea sabido que en esta noche de 23 de octubre de 1493, la Yihad ha terminado. El tiempo de la autodestrucción ha llegado a su fin.
Este Concordato, obligado al Pacto de Caín por votos sagrados, es una firme y vigilante tregua entre los Vástagos por sí mismos llamados Anarquistas, el Clan Assamita y los Vástagos independientes unidos bajo el título de Camarilla. Desde ahora, las partes serán reconocidas como los Anarquistas, los Assamitas y la Camarilla.
Todas las partes asumen la responsabilidad de mantener la paz. Cada una de ellas censurará apropiadamente a cualquiera que viole o se oponga a este sagrado Acuerdo. Se pedirá cuentas a cada una de las partes por las acciones cometidas por ellas en contra ya sea de la letra o del espíritu del Acuerdo. Este documento es vinculante y está sometido a la Lextaliones aceptada por todos los Cainitas, tal y como se ha transmitido la misma a través de los tiempos. Se pide a todos los Vástagos que acepten y gocen de este pacífico acuerdo.
Sea sabido que los Anarquistas se unirán como parte aceptada de la Camarilla. Se espera de ellos que actúen de forma pacífica para conseguir sus fines particulares. Deben defender a todos los Vástagos de la Camarilla, y les serán reconocidos los mismos derechos y privilegios que a cualquiera de ellos. Todos los Anarquistas serán aceptados de vuelta a sus clanes y antiguos sin que hayan de temer ninguna represalia. Sólo a las más perversas atrocidades les será negado el perdón: éstas constarán por escrito para audiencia de los Justicars durante un año, plazo tras el cual ninguna alegación será válida. Todos los Anarquistas podrán reclamar las propiedades legítimas que les hubieran sido confiscadas. A cambio deben renunciar a cualquier botín de guerra tomado durante el conflicto, entregándoselo a sus sires o a cualquier antiguo reconocido.
Sea también sabido que si se guerrea a partir de ahora contra los Anarquistas, la yihad abierta invalidará su compromiso a mantener la paz con el atacante. Podrán actuar libremente sin miedo a represalias por parte de miembros no activos de la Camarilla. Se garantiza a los Anarquistas la libertad de actuar como les plazca, salvo para violar la “Mascarada” impuesta para la protección de todos los Vástagos frente al ganado.
Queda dicho además que todo miembro de cualquier otra secta autoproclamada como tal debe declararlo abiertamente ante sus mayores y renunciar a tal relación. El no hacerlo supondrá la destrucción de quien sea encontrado culpable. Ningún Vástago puede ser conscientemente enviado a la muerte por un antiguo o sire, a menos que el riesgo para la seguridad del clan o de la Camarilla pese más que la posible pérdida de una no vida.
A partir de esta noche, los Assamitas no volverán a cometer Diablerie contra los miembros de otros clanes: deben comprometerse a ello mediante una garantía impuesta en forma de limitación taumatúrgica. Todos los Assamitas se verán incapacitados para beber libremente la vitæ de otros Vástagos desde ahora y para siempre. Adicionalmente, los Assamitas pagarán a los antiguos Brujah de España dos mil libras de oro, como rescate por los cinco Assamitas capturados cometiendo Diablerie. Queda prohibido a los Assamitas participar en las Cazas de Sangre.
Sea también sabido que se garantiza a los Assamitas completa independencia frente a la Camarilla. La fortaleza Assamita de Alamut no sufrirá más ataques. Por respeto a sus creencias, se reconoce a los Assamitas la libertad de cometer Diablerie contra los miembros de su mismo clan, así como contra todos los Vástagos no reconocidos como miembros de la Camarilla. Queda establecido que todas las partes presentes, y todos los que muestren vínculos con las mismas, están obligadas por todos los aspectos de la presente Convención acordada aquí, en el reino neutral de Inglaterra, en las afueras del caserío de Thorns, próximo a la ciudad de Silchester.
Quiera Caín darnos paz y veracidad a todos.
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